Existen múltiples razones para adquirir alimentos de productores locales, productos de cercanía, frente a otros que aunque en ocasiones puedan ser más baratos, provengan de otras zonas del planeta.
La primera de las razones es económica: comprando productos locales la riqueza se genera y se queda en la región en la que vivimos y trabajamos, lo cual repercute en nuestro propio beneficio de forma más o menos indirecta. Vigorizamos la economía local, favorecemos a nuestros vecinos y a nosotros mismos.
La segunda y más sólida desde nuestro punto de vista es ecológica. El impacto ambiental que supone el transporte de diversos productos a través de todo el globo es enorme. Cuando se trata de productos que también pueden producirse en nuestra región, traerlos de lejos carece de lógica. Así, no vemos inconveniente en tomar café de Colombia, pero no entendemos bien que sea más sencillo comprar espárragos de Perú que cultivados en Navarra.
Existe una tercera razón relacionada con la seguridad alimentaria.
El transporte de animales de la granja de producción al matadero es un momento crítico para la seguridad alimentaria, ya que el hacinamiento y el estrés al que se ven sometidos estos animales son las condiciones óptimas para la difusión de enfermedades. El estrés deprime el sistema inmune y el hacinamiento facilita en contagio de enfermedades transmisibles.
En cuanto a frutas y verduras, el tiempo transcurrido durante el transporte y almacenamiento puede hacer proliferar microorganismos presentes sobre dichos productos o bien en la tierra, cajas o envases reutilizados, etc., de forma que se pueden producir enmohecimientos o podredumbres así como la proliferación de insectos.
Por exigencia legal los animales son controlados en el
matadero, dónde se descartarán para el consumo aquellos que puedan
transmitir enfermedades al hombre. Igualmente frutas y verduras son controladas en la lonja. Desconocemos datos oficiales sobre
que porcentaje de productos terminan siendo descartados, que aunque no
deben ser muchos, la lógica nos dicta que serán más cuanto mayores sean
las distancias que tienen que recorrer y más tiempo pase entre producción primaria y el consumidor final.
Por estos motivos estamos convencidos de la bondad del consumo prioritario de productos locales.
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